miércoles, 2 de enero de 2019

LA GESTIÓN DEL CAMBIO


Vivimos en un mundo muy cambiante; ¿qué hacer?, ¿cómo responder?, ¿por qué nos bloqueamos?, ¿cómo algunos más bien se benefician del cambio?


La administración o gestión del cambio es una de las destrezas personales que más se necesita en estos tiempos. El éxito en la carrera de la vida puede depender de esta habilidad. Esto se siente más en los últimos tiempos, pero no es nuevo.

Ya la ciencia nos ha señalado que la supervivencia al final no ha sido la de los más fuertes (si no seguirían existiendo los dinosaurios, ¿no?), sino de los que más se pudieron adaptar a los cambios.

Antiguamente, los cambios se producían de manera muy lenta. Salvo una catástrofe, una peste o una guerra, la vida podía continuar igual por décadas, por no decir siglos.

Pero hoy, los cambios son vertiginosos y muchas veces profundos, y no todos hemos desarrollado la capacidad de responder oportuna y adecuadamente a los mismos.

Vale decir, uno debe tener tal flexibilidad mental que sea suficiente para que los cambios que se producen a nuestro alrededor no solo no nos afecten, sino que los podamos aprovechar convenientemente, por no decir que debiéramos provocarlos. Como alguien decía, la mejor manera de predecir el futuro es creándolo.


Consecuencias de no administrar un cambio


No saber administrar un cambio puede significar la muerte, lo mismo para una persona, para un grupo, como para una empresa. Tenemos cientos y miles de ejemplos a lo largo de la historia, y si reflexionamos un poco haciendo una introspección, nos daremos cuenta todo lo que perdimos cada vez que no nos pusimos al día en un cambio por muy pequeño o insignificante que parezca.

No estar al tanto de los cambios, no tener la información, no tener la actitud adecuada, mal interpretar las cosas, no encontrar la novedad, no aprovechar la oportunidad, etc., son algunos de los elementos que nos limitan o bloquean el crecimiento, nos estancan o nos llevan a la muerte real o simbólica.


¿Qué hacer para responder bien a los cambios?


Lo primero que tendríamos que decir es que no todos los cambios son buenos, y si es que vemos la posibilidad de un cambio que no es positivo, debemos tener toda la libertad de resistirnos a ese cambio. Por principios, por valores, por ética, por espiritualidad, etc.

Pero si el cambio ya se realizó más allá de nuestra voluntad el asunto es diferente, es el momento en el que hay que tomar decisiones, definir posiciones, esclarecer valores e intereses, negociar, influir y alcanzar una nueva estabilidad y armonía en el nuevo contexto.

Debemos librarnos tanto del positivismo a ultranza como del negativismo, y ver las cosas con una fe y esperanza realistas y objetivas, sabiendo reconocer qué nuevo suelo estamos pisando, y reconocer sus ventajas y oportunidades para reencaminarnos y ajustar las velas a los nuevos vientos.

Evidentemente, esto tendrá algunas demandas espirituales, emocionales e intelectuales como mínimo. Los cambios son un reto para nuestro carácter, lo prueban y lo moldean a la vez. Y hay que saber resistir lo mismo que dejarse llevar, la clave es discernir cuándo resistimos y cuándo nos dejamos llevar por la ola.


El cambio hoy


¿Hay algún cambio significativo que esté sucediendo en este instante en alguna área de nuestra vida o nuestro contexto? Démonos un tiempo para reflexionar... ¿Cómo debo responder a este cambio?

¿Hay algún cambio que ya sea necesario?, ¿cómo puedo generarlo?, ¿quiénes se sentirán afectados?, ¿cómo podré manejar las reacciones?

Cada día es una nueva oportunidad de aplicar lo aprendido y de aprender nuevas cosas, eso es vivir aprovechando las olas y convertirse en un agente de cambio positivo después de haber gestionado el propio cambio interior. ¡Hagamos historia...!



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales