Las fauces del negativismo son insaciables, y dañan o destruyen la paz interior tanto como las relaciones. ¿A qué se debe que sea tan popular el negativismo?
EL PANTANO
¿Por qué parece que algunas personas se han quedado a vivir en ese pantano cenagoso?, ¿de dónde parte una actitud que no solo no ayuda, sino que complica las cosas?
Se pueden ensayar muchas respuestas. Gran parte de nuestras actitudes son aprendidas, por lo que, a veces, la respuesta está en la familia de origen, los niños copian las actitudes, valores y comportamientos de los padres. La mejor educación que podemos dar a nuestros hijos no es ponerlos en un gran colegio, es la de mejorar como personas y así transmitirles buenos patrones mentales.
Otras veces, la respuesta está en malas experiencias personales. Situaciones difíciles a las que se les ha dado una respuesta determinada que ha dejado una impronta que se queda como patrón o paradigma de conducta. Quedarse anclado a una experiencia negativa provoca un círculo vicioso que hace que se repitan más malas experiencias, que se pierdan nuevas oportunidades. Una mala experiencia no es una sentencia eterna de fracaso. Es solo una experiencia de la cual debemos tomar algún aprendizaje.
LA PERSONA
Muchas veces, muy relacionado con lo anterior, está la actitud de rendición. Una persona negativa renuncia a la esperanza, y prefiere permanecer en el pesimismo para así no tener que frustrarse nuevamente. Prefiere ir a lo seguro de su malestar que esperar una mejoría que tarda, o se pierde, y volver a frustrarse... Manteniéndose en el pesimismo no hay decepciones…
Si el negativismo es del tipo crítico o agresivo, pueda ser como respuesta a las situaciones mencionadas anteriormente, o como una estrategia aprendida para forzar resultados, para evitarse procesos. Podría ser que una actitud agresiva va a tener resultados inmediatos, pero a la vez va socavando la confianza o el clima emocional del grupo para el futuro. Algunos responderán con miedo, otros con la misma agresividad, así como habrá quienes se aparten y renuncien a la relación.
El negativismo, pesimista o agresivo, de todas las interpretaciones posibles, siempre va a escoger la peor, lo cual le causa malestar a la persona, y le impide disfrutar de los que le rodean… Como se verá, el asunto del negativismo es algo que se puede observar en cualquier contexto; pareja, familia, centros de estudio, equipos u organizaciones. Y puede convertirse en un cáncer destructor o en un impedimento que nos limita el poder avanzar a un mejor nivel o mejores resultados.
LA SALIDA
Superar el negativismo implica varios esfuerzos. Demanda una autoreflexión sincera y profunda. Muchas veces tendrá que ser una reflexión compartida; vale decir, que muchas veces no podemos autoobservarnos y necesitaremos la colaboración de amigos y cercanos que nos provean de retroalimentación. Si esto no resulta, estaremos en la necesidad de recurrir a algún profesional, consejero, coach, psicoterapeuta, etc.
El primer cambio se da a nivel interno, cambiar patrones y paradigmas, esto nos permite ver la realidad de otra manera, aprender a amarse uno mismo, gestionar las emociones, cambiar actitudes, enfocarse en las soluciones, intereses y resultados, generar un interés genuino en las personas, ser empáticos, mejorar la disposición comunicativa y la capacidad de comunicación, tomar decisiones, implementar gestos, ritos, tomar acción sobre uno mismo y sobre ciertas situaciones de manera consistente, etc.
Es evidente que esta transformación no es automática, hay conductas muy arraigadas, es un proceso. Pero hay que iniciar desde el interior, y proyectarse positivamente hacia afuera, con una gran capacidad de resiliencia, de duelo por lo ya perdido, de esperanza por las nuevas semillas sembradas, que bien cultivadas, nos dan la seguridad de estar poniendo los cimientos de una nueva edificación mucho más sólida y satisfactoria.
EL ERROR
Un gran error es esperar que el cambio se inicie en el otro, o que nuestro avance dependa de otro, por un mal aplicado sentido de justicia o reciprocidad. Eso sería convertirse en dependiente. El cambio y el avance han de ser independientes, firmes ante las resistencias del contexto que nos podrían querer empujar hacia lo mismo o a lo peor.
Recordemos que quienes han tomado el negativismo como forma de vida quieren que los demás compartan su actitud y sentimiento, y se asombran o hasta se ofenden por quienes no actúan de la misma manera que ellos. Otros, solo caen en esa actitud de vez en cuando, y cuando ofenden, luego no saben cómo restaurarse, ni restaurar las relaciones. Así que no se debe ceder en este caso. Aun si tuviéramos alguna recaída, debemos restablecer la voluntad de cambio, sin contemplaciones hacia otros; a veces se aprende por ensayo y error.
Pensemos que no hay excusa, ni hay posibilidad de fracaso, cuando ponemos como derrotero nuestro esfuerzo en la mejora personal para una mayor calidad integral de vida (que no tiene su punto de apoyo en lo económico, aunque lo llegue a afectar en su momento), sino en lo mental y espiritual.
No hay persona, por muy experta o veterana que sea, que no se beneficie de pasar por un proceso de toma de consciencia, autoevaluación y mejoramiento. Tener la expectativa de generar una mejor versión de uno mismo debiera ser una de nuestras motivaciones constantes, que hacen la existencia más interesante, y nos encaminan en disfrutar la aventura del vivir.
¿CÓMO EMPEZAR?
Ya que el negativismo se alimenta de un malestar interior no gestionado, la angustia, la ansiedad, la depresión o el enojo, se puede empezar el cambio en este mismo instante con una sonrisa a la vida, estoy vivo y lo celebro. Cierro mis ojos, puedo hacer una gran respiración y poner la mano sobre el corazón, sentir los latidos, sentir el aire que entra y sale (intercambio vital, metáfora del intercambio con otros), la expansión de mi pecho, la sangre corre alimentando cada partícula de mi cuerpo.
Mis neuronas se activan y a la vez se sosiega mi mente, siento la paz. Puedo percibir sensaciones y sentimientos, sonrisa o lágrimas, es lo mismo en este momento, porque todo me dice que estoy vivo, y que este es un pasaje de mi vida que me reinicia, al tomar consciencia de mí mismo. Es un espacio que estoy separando para tener cuidado de mí mismo, para amarme, cuidarme y crecer. Lo disfruto todo el tiempo que sea necesario…
Luego, abro mis ojos y observo mi mundo, y aprecio a las personas y cosas que me rodean, he cambiado de mirada, a una mirada positiva, expectante, descubridora y benevolente, amorosa, tranquila.
Tarde o temprano tendré que enfrentar el ruido y las presiones, pero estaré mejor preparado para no reaccionar, sino responder fluidamente.
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